"Pero es que a mí no me gusta estar entre locos", observó Alicia.
"Eso sí que no lo puedes evitar", repuso el Gato;"todos estamos locos por aquí. Yo estoy loco; tú también lo estás".
"Y ¿cómo sabes tú si yo estoy loca?", le preguntó Alicia.
"Has de estarlo a la fuerza", le contestó el Gato;"de lo contrario no habrías venido aquí"
Alicia pensó que eso no probababa nada; pero continuó de todas formas: "Y ¿cómo sabes que tú estás loco?"
"Para empezar", repuso el Gato,"los perros no están locos, ¿de acuerdo?"
"Supongo que no", dijo Alicia.
"Bueno, pues entonces", continuó diciendo el Gato, "verás que los perros gruñen cuando algo no les gusta, y mueven la cola cuando están contentos. En cambio, yo gruño cuando estoy contento y muevo la cola cuando me enojo; luego estoy loco."
- (Alicia en El País de las Maravillas, por Lewis Carroll. Traducido por Jaime de Ojeda)
Una lástima, que un espectáculo tan bonito y bien presentado haya olvidado su principal éxito, una historia ingeniosa repleta de juegos de palabras y diálogos extraordinarios.
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