31 marzo 2007

Un mundo lleno de lobos

Los cuentos infantiles siempre fueron los más crueles.

Radiohead - A wolf at the door

Dibujos que recuerdan a Edward Gorey, lástima que la página de Gastón Viñas no funcione demasiado bien.

28 marzo 2007

El pozo y el péndulo

Trailer de una película de animación producida por Ray Harryhausen y dirigida por Marc Lougee, basada en el relato El pozo y el péndulo de Edgar Alan Poe. Extraordinaria.

The pit and the pendulum. (2006)

Un poco más de información aquí.

La culpa y el orgullo

Una nueva historia para la noche del miércoles, un relato de Edgar Alan Poe, con un narrador extraordinario James Mason.

The tell tale heart. (1953)
El corazón delator - Edgar Alan Poe
¡ Es cierto! Siempre he sido nervioso, muy nervioso, terriblemente nervioso. ¿Pero por qué afirman ustedes que estoy loco? La enfermedad había agudizado mis sentidos, en vez de destruirlos o embotarlos. Y mi oído era el más agudo de todos. Oía todo lo que puede oírse en la tierra y en el cielo. Muchas cosas oí en el infierno. ¿Cómo puedo estar loco entonces? Escuchen... y observen con cuánta cordura, con cuánta tranquilidad les cuento mi historia.
Me es imposible decir cómo aquella idea me entró en la cabeza por primera vez; pero, una vez concebida, me acosó noche y día. Yo no perseguía ningún propósito. Ni tampoco estaba colérico. Quería mucho al viejo. Jamás me había hecho nada malo. Jamás me insultó. Su dinero no me interesaba. Me parece que fue su ojo.¡Sí, eso fue! Tenía un ojo semejante al de un buitre... Un ojo celeste, y velado por una tela. Cada vez que lo clavaba en mí se me helaba la sangre. Y así, poco a poco, muy gradualmnte, me fui decidiendo a matar al viejo y liberarme de aquel ojo para siempre.
Presten atención ahora. Ustedes me toman por loco. Pero los locos no saben nada. En cambio... ¡si hubieran podido verme! ¡Si hubieran podido ver con qué habilidad procedí! ¡Con qué cuidado... con qué previsión... con qué disimulo me puse a la obra! Jamás fui más amable con el viejo que la semana antes de matarlo. Todas las noches, hacia las doce, hacía yo girar el picaporte de su puerta y la abría... ¡oh, tan suavemente! Y entonces, cuando la abertura era lo bastante grande para pasar la cabeza, levantaba una linterna sorda, cerrada, completamente cerrada, de manera que no se viera ninguna luz, y tras ella pasaba la cabeza. ¡Oh, ustedes se habrían reído al ver cuán astutamente pasaba la cabeza! La movía lentamente... muy, muy lentamente, a fin de no perturbar el sueño del viejo. Me llevaba una hora entera introducir completamente la cabeza por la abertura de la puerta, hasta verlo tendido en su cama. ¿Eh? ¿Es que un loco hubiera sido tan prudentecomo yo? Y entonces, cuando tenía la cabeza completamente dentro del cuarto, abría la linterna cautelosamente... ¡oh, tan cautelosamente! Sí, cautelosamente iba abriendo la linterna (pues crujían las bisagras), la iba abriendo lo suficiente para que un solo rayo de luz cayera sobre el ojo e buitre. Y esto lo hice durante siete largas noches... cada noche, a las doce... pero siempré encontré el ojo cerrado, y por eso me era imposible cumplir mi obra, porque no era el viejo quien me irritaba, sino el mal de ojo. Y por la mañana, apenas iniciado el día, entraba sin miedo en su habitación y le hablaba resueltamente, llamándole por su nombre con voz cordial y preguntándole cómo había pasado la noche. Ya ven ustedes que tendría que haber sido un viejo muy astuto para sospechar que todas las noches, justamente a las doce, iba yo a mirarle mientras dormía.
Al llegar la octava noche, procedí con mayor cautela que de costumbre al abrir la puerta. El minutero de un reloj se mueve con más rapidez de lo que se movía mi mano. Jamás, antes de aquella noche, había sentido el alcance de mis facultades, de mi sagacidad. Apenas lograba contener mi impresión de triunfo. ¡Pensar que estaba ahí, abriendo poco a poco la puerta, y que él ni siquiera soñaba con mis secretas intenciones o pensamientos! Me reí entre dientes ante esta idea, y quizá me oyó, porque le sentí moverse repentinamente en la cama, como si se sobresaltara. Ustedes pensarán que me eché hacia atrás... pero no. Su cuarto estaba tan negro como la pez, yaque el viejo cerraba completamente las persianas por miedo a los ladrones; yo sabía que le era imposible distinguir la abertura de la puerta, y seguí empujando suavemente, suavemente.
Había ya pasado la cabeza y me disponía a abrir la linterna, cuando mi pulgar resbaló en el cierre metálico y el viejo se enderezó en el lecho, gritando:
- ¿Quién está ahí?
Permanecí inmóvil, sin decir palabra. Durante una hora entera no moví un solo músculo, y en todo ese tiempo no oí que volviera a tenderse en la cama. Seguía sentado, escuchando... tal como o lo había hecho noche tras noche, mientras escuchaba en la pared los taladros cuyo sonido anuncia la muerte.
Oí de pronto un leve quejido, y supe que era el quejido que nace del terror. No expresaba dolor o pena... ¡oh, no! Era el ahogado sonido que brota del fondo del alma cuando el espanto la sobrecoge. Bien conocía yo ese sonido. Muchas noches, justamente a las doce, cuando el mundo entero dormía, surgió de mi pecho, ahondando con su espantoso eco los terrores que me enloquecían. Repito que lo conocía bien. Comprendí lo que estaba sintiendo el viejo y le tuve lástima, aunque me reía en el fondo de mi corazón. Comprendí que ya había estado despierto desde el primer leve ruido, cuando se movió en la cama. Había tratado de decirse que aquel ruido no era nada, pero sin conseguirlo. Pensaba: "no es más que el viento en la chimenea... o un grillo que chirrió una sola vez." Sí, había tratado de darse ánimo con esas suposiciones, pero todo era en vano. Todo era en vano, porque la Muerte se había aproximado a él, deslizándose furtiva, y envolvía a su víctima. Y la fúnebre influencia de aquella sombra imperceptible era la que le movía a sentir -aunque no podía verla ni oírla- a sentir la presencia de mi cabeza dentro de la habitación.
Después de haber esperado largo tiempo, con toda paciencia, sin oír que volviera a acostarse, resolví a abrir una pequeña, una pequeñísima ranura en la linterna. Así lo hice -no pueden imaginarse ustedes con qué cuidado-, hasta que un fino rayo de luz, semejante al hilo de la araña, brotó de la ranura y cayó de lleno sobre el ojo de buitre.
Estaba abierto, abierto de par en par... y yo empecé a enfurecerme mientras le miraba. Le vi con toda claridad, de un azul apagado y con aquella horrible tela que me helaba hasta el tuétano. Pero no podía ver nada de la cara o el cuerpo del viejo, pues, como movido por un instinto, había orientado el haz de luz exactamente hacia el punto maldito.
¿No les he dicho ya que lo que toman erradamente por locura es sólo una excesiva agudeza de los sentidos? En aquel momento llegó a mis oídos un resonar apagado y presuroso, como el que podría hacer un rreloj envuelto en algodón. Aquel sonido también me era familiar. Era el latir del corazón del viejo. Aumentó aún más mi furia, tal como el redoblar de un tambor estimula el coraje de un soldado.
Pero, incluso entonces, me contuve y seguí callado. Apenas si respiraba. Sostenía la linterna de modo que no se moviera, tratando de mantener con toda la firmeza posible el haz de luz sobre el ojo. Entretanto, el infernal latir del corazón iba en aumento. Se hacía cada vez más rápido, cada vez más fuerte, momento a momento. El espanto del viejo tenía que ser terrible. ¡Cada vez más fuerte, más fuerte! ¿Me siguen ustedes con atención? Les he dicho que soy nervioso. Sí, lo soy. Y ahora, a medianoche, en el terrible silencio de aquella antigua casa, un resonar tan extraño como aquél me llenó de un horror incontrolable. Sin embargo, me contuve todavía algunos minutos y permanecí inmóvil. ¡Pero el latido crecía cada vez más fuerte, más fuerte! Me pareció que aquel corazón iba a estallar. Y una nueva ansiedad se apoderó de mí... ¡Algún vecino podía escuchar aquel sonido! ¡La hora del viejo había sonado! Lanzando un alarido, abrí del todo la linterna y me precipité en la habitación. El viejo clamó una vez... nada más que una vez. Me bastó un segundo para arrojarle al suelo y echarle encima el pesado colchón. Sonreí alegremente al ver lo fácil que me había resultado todo. Pero, durante varios minutos, el corazón siguió latiendo con un sonido ahogado. Claro que no me preocupaba, pues nadie podía escucharlo a través de las paredes. Cesó, por fin, de latir. El viejo había muerto. Levanté el colchón y examiné el cadáver. Sí, estaba muerto, completamente muerto. Apoyé la mano sobre el corazón y la mantuve así un largo tiempo. No se sentía el menor latido. El viejo estaba bien muerto. Su ojo no volvería a molestarme.
Si ustedes continúan tomándome por loco dejarán de hacerlo cuando les describa las astutas precauciones que adopté para esconder el cadáver. La noche avanzaba, mientras yo cumplía mi trabajo con rapidez, pero en silencio. Ante todo descuarticé el cadáver. Le corté la cabeza, brazos y piernas.
Levanté luego tres planchas del piso de la habitación y escondí los restos en el hueco. Volví a colocar los tablones con tanta habilidad que ningún ojo humano -ni siquiera el suyo- hubiera podido advertir la menor diferencia. No había nada que lavar... ninguna mancha... ningún rastro de sangre. Yo era demasiado precavido para eso. Una cuba había recogido todo... ¡ja,ja!
Cuando hube terminado mi tarea eran las cuatro de la madrugada, pero seguía tan oscuro como a medianoche. En momentos en que se oían las campanadas de la hora, golpearon a la puerta de la calle. Acudí a abrir con toda tranquilidad, pues ¿qué podía temer ahora?
Hallé a tres caballeros, que se presentaron muy civilmente como oficiales de policía. Durante la noche, un vecino había escuchado un alarido, por lo cual se sospechaba la posibilidad de algún atentado. Al recibir este informe en el puesto de policía, habían comisionado a los tres agentes para que registraran el lugar.
Sonreí, pues... ¿qué tenía que temer? Di la bienvenida a los oficiales y les expliqué que yo había lanzado aquel grito durante una pesadilla. Les hice saber que el viejo se había ausentado a la campaña. Llevé a los visitantes a recorrer la casa y los invité a que revisaran, a que revisaran bien. Finalmente, acabé conduciéndolos a la habitación del muerto. Les mostré sus caudales inactos y como cada cosa se hallaba en su lugar. En el entusiasmo de mis confidencias traje sillas a la habitación y pedí a los tres caballeros que descansaran allí de su fatiga, mientras yo mismo, con la audacia de mi perfecto triunfo, colocaba mi silla en el exacto punto bajo el cual reposaba el cadáver de mi víctima.
Los oficiales se sentían satisfechos. Mis modales los habían convencido. Por mi parte, me hallaba perfectamente cómodo. Sentáronse y hablaron de cosas comunes, mientras yo les contestaba con animación. Más, al cabo de un rato, empecé a notar que me ponía palido y deseé que se marcharan. Me dolía la cabeza y creía percibirun zumbido en los oídos; pero los policías continuaban sentados y charlando. El zumbido se hizo más intenso. Hablé en voz muy alta para librarme de esa sensación, pero continuaba lo mismo y se iba haciendo cada vez más clara... hasta que, al fin, me di cuenta de que aquel sonido no se producía dentro de mis oídos.
Sin duda, debí de ponerme muy pálido, pero seguí hablando con creciente soltura y levantando mucho la voz. Empero, el sonido aumentaba... ¿y qué podía yo? Era un resonar apagado y presuroso... un sonido como el que podía hacer un reloj envuelto en algodón. Yo jadeaba, tratando de recobrar el aliento, y, sin embargo, los policías no habían oído nada. Hablé con mayor rapidez, con vehemencia, pero el sonido crecía continuamente. Me puse en pie y discutí sobre insignificancias en voz muy alta y con violentas gesticulaciones; pero el sonido crecía continuamente. ¿Por qué no se iban? Anduve de un lado a otro, a grandes pasos, como si las observaciones de aquellos hombres me enfurecieran; pero el sonido crecía continuamente. ¡Oh, Dios! ¿Qué podía hacer yo? Lancé espumarajos de rabia... maldije... juré... Balanceando la silla sobre la cual me había sentado, raspé con ella las tablas del piso, pero el sonido sobrepujaba todos los otros y crecía sin cesar. ¡Más alto... más alto... más alto! Y entretanto los hombres seguían charlando plácidamente y sonriendo. ¿Era posible que no oyeran? ¡Santo Dios! ¡No, no! ¡Claro que oían y sospechaban! ¡Sabían... y se estaban burlando de mi horror! ¡Sí, así lo pensé, y así lo pienso hoy! ¡Pero cualquier cosa era preferible a aquella agonía! ¡Cualquier cosa sería más tolerable que aquel escarnio! ¡No podía soportar más tiempo sus sonrisas hipócritas! ¡Sentí que tenía que gritar o morir, y entonces... otra vez... escuchen... más fuerte... más fuerte... más fuerte... más fuerte!
-¡Basta ya de fingir, malvados! -aullé-. ¡Confieso que lo maté! ¡Levanten esos tablones! ¡Ahí... ahí! ¡Donde está latiendo su horrible corazón!
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La dualidad de sentimientos presentados en este relato fue magistralmente llevado a la pantalla por Alfred Hitchcock en Rope (La soga) donde Phillip Morgan (interpretado por Farley Granger) se muestra inseguro, temeroso y acobardado mientras que Brandon Shaw (interpretado por John Dall) está orgulloso y satisfecho, tanto que desea ser admirado.
Guardar un secreto nunca es fácil, sentir que sabes algo que otro desconoce puede darte la impresión de superioridad, pero un secreto, lo es por algo, y la temeridad advierte de las consecuencias. De ahí que el personaje de Poe no se vea como un loco, sino como alguien que tomó una decisión.

25 marzo 2007

Yosuke Ueno

"The most important thing when I paint is to be careful" - Yosuke Ueno.
Y eso se nota.







La oveja Shaun (Aardman)

Seguimos con Aardman, visto el corto anterior no lo asociaríamos con los adorables Wallace & Gromit. Me encantan estos personajes y agradezco a soy yo por mostrarme los episodios de Shaun, the sheep (personaje que aparecía en la aventura de Wallace y Gromit - Un esquilado apurado) y que ya tiene su propia serie. En YouTube ya aparecen 20 episodios.

Shaun, the sheep - Timmy in a tizzy (episodio 4)

21 marzo 2007

Un cuento

Un relato de terror para la noche del miércoles:

The cat with hands.

18 marzo 2007

El primer largometraje animado

Por si alguien aún se lo preguntaba, el primer largometraje de animación de la historia se realizó en Argentina.
Nacido en Italia, pero emigrado a Argentina a la edad de cuatro años, Quirino Cristiani fué caricaturista de prensa contratado por Federico Valle quien le proporcionó la posibilidad de realizar cortometrajes que gustaron y que facilitaron que el 9 de noviembre de 1917 se estrenara El Apóstol, el primer largometraje de animación de la historia. Su argumento: Indignado por la decadencia moral de los argentinos, el presidente electo Hipólito Yrigoyen sueña con ascender al Olimpo, convertido en el apóstol de la redención nacional. Tras discusiones con los dioses, el presidente obtiene un rayo de Júpiter para incendiar la ciudad de Buenos Aires y reconstruirla. Finalmente todo es un sueño y el presidente despierta en la realidad.
En 1929 Cristiani elaboró otro largometraje en la que volvía a burlarse del presidente Yrigoyen, cuyo título hacía referencia al apodo del presidente: Peludópolis. Estrenada el 16 de septiembre de 1931, convirtiéndose en el primer largometraje animado sonoro de la historia.
En 1938, el escritor Constancio C. Vigil, le pidió que rodara una versión cinematográfica de uno de sus relatos cortos (El mono relojero). La película no tuvo éxito, por lo que la idea de hacer más adaptaciones se truncó. Poco a poco Cristiani fue dejando su labor como animador.
Tristemente, en la actualidad, no existen originales ni copias de sus películas, parece ser que se quemaron junto con su estudio. Quedan algunos escritos, bocetos y algún material pudo salvarse, aunque no sea lo mejor, resulta simpático:

El mono relojero (1938).


Bibliografía: Cartoons. 110años de cine de animación. Giannalberto Bendazzi.

11 marzo 2007

Audrey Kawasaki

Ilustraciones para un domingo tranquilo.

03 marzo 2007

INLAND EMPIRE (David Lynch)

No soy defensor a ultranza de David Lynch, aún recuerdo cuando vi Cabeza borradora y pensé o es un genio o me está tomando el pelo, finalmente comprendí que debía haber algo de las dos cosas. Todas y cada una de sus obras me han inquietado y como en todo, hay temas más interesantes que otros.
David Lynch utiliza, en ocasiones, símbolos con los que puedo no estar de acuerdo, pero él dice lo que quiere, aunque en algún momento abuse de ángeles y monos.
Voy a centarme en su última película INLAND EMPIRE, la cual solo he visto una vez por lo que no me he quedado con todos los detalles.
Lo que escribo a continuación no trata de ser una explicación ni un análisis de la película, es mi visión particular y personal de mis sensaciones al conocer la historia.



INLAND EMPIRE - (el imperio interior) - El relato de los abusos.

Comenzamos con dos personas con caras desdibujadas, borrosas, difrenciamos un hombre y una mujer, entran en la habitación. Comentarios como: ("¿sabes lo que hace una puta?" "Quítate la ropa ya te diré lo que me gusta"), ella ha sido conducida a la habitación e intuimos que habrá sexo. (El consentimiento de sexo en sus películas suele asociarse con búsqueda de ayuda, recordar Tercipelo Azul)
La película viene a ser un grito, quizá mas enfocado a la mujer, (quizá Laura Dern se haya involucrado más al ser productora), esto lo digo por la continua importancia de los personajes femeninos y la escena final de la que hablaremos a su tiempo.
Una mujer (la reconoceremos por su nacionalidad: polaca) queda en una habitación viendo escenas en el televisor.
Una vecina (Grace Zabriskie) se dirige a la gran casa donde encontraremos a Nikki Grace (Laura Dern), en su conversación una historia capta mi atención "un niño salió a jugar... con su reflejo apareció la maldad" Cuando la vecina se muestra algo impertinente dice algo más: lo que va a ocurrir mañana...
Así vemos como a la actriz Nikki Grace la eligen para una película dirigida por Kingsley Stewart (Jeremy Irons) y protagonizada por Devon Berk (Justin Theroux).
Nikki está casada con un hombre, al estilo mafioso. Todo parece ir destinado a que Nikki y Devon tendrán una aventura, y hasta en sus entrevistas promocionales las preguntas toman ese rumbo. Pero son los personajes de la película: Nikki interpreta a Susan Blue y Devon a Billy Side, quienes tendrán el supuesto idilo en la pantalla.
Director y productor comunican a sus actores estrella que la película que va a tener lugar es un remake de una película maldita.
Hasta aquí para quien quiera un argumento, estamos hablando de David Lynch, no es extraño que utilice el mundo del cine para contar sus historias ya que él lo conoce bien, y de algún modo a todos nos fascinan los actores. Todos sabemos, de una u otra manera, actuar. Un actor cree ser el personaje (se mete en la piel del personaje, se disfraza), una persona puede crear un personaje a conveniencia según la situación. La persona que ha sufrido un abuso no se muestra al mundo tal como es, también se disfraza.
Vemos imágenes de la película maldita, en la que una joven de Checoslovaquia encuentra a un hombre y se sorprenden al verse en la calle. Estas imágenes vienen a comunicar que las mujeres, en diferentes épocas, a lo largo del tiempo, a lo largo de su vida repiten una y otra vez ciertos actos.
Sue mira fijamente a Billy, y se enamora. Aparece un reflejo (vemos un destello en la pantalla) aparece la maldad (aparece Sue, que siempre ha sido Nikki). Podemos ver esta referencia ya mencionada en Twin Peaks.
El marido es una figura creada por la protagonista, siendo Nikki es una actriz con futuro y un marido que la protege, en realidad es la barrera que ella se impone para no caer en el sexo continuo. Se convence del peligro, si lo hacen su marido los matará.
En realidad Sue guarda un secreto, "cuando me enfado lo hago de verdad... a los 15 años..." la historia que relata es lo que todos querríamos hacer en una situación así, la reacción más lógica, la rabia acumulada para llevar a cabo tal atrocidad podría venir determinada por un daño realizado anteriormente, o quizá ese mismo con otro final.
Sue ve a un hombre escondido con una lámpara en su boca, sería el hombre que la violó y le robó su luz. A partir del momento del abuso, ella se ve a sí misma como una puta, sólo ve a sus "amigas" como jóvenes que se divierten, como mujeres que usan su cuerpo, se reconoce a si misma entre ellas. No es puta (o quizá sí) se siente puta, en el significado más humillante y doloroso. Vivir con un abuso le hace sentir "Soy una puta, soy un monstruo".
La incomunicación familiar se demuestra en la habitación de los conejos, donde los tres conejos con cuerpo humano se hablan, pero mientras uno dice "tengo un secreto" la contestación recibida resulta absurda, por lo que surgen risas enlatadas (algo que me recordó a la escena familiar de Asesinos Natos, de Oliver Stone).
Sue busca el amor, lo que la hará libre, por eso corre a casa de Billy, pero él no está solo, su mujer está ahí. La mujer de Billy no sabe si creer o no a su marido, podríamos decir que lo que ocurre más tarde entre la mujer de Billy y Sue tiene lugar, pero creo que esa herida se la infringe Sue, la mujer de Billy acude a la policía diciendo que va a matar a alguien, pero es a ella misma ya que lleva clavado el destornillador. Esto lo entiendo como que el personaje interpretado por Julia Ormond acaba de ser violado y acude a la policía. No olvidemos que en la realidad Billy no existe y por tanto tampoco su mujer.
El destornillador es utilizado como arma, como instrumento para grabar en el metal una indicación que seguirá Sue hasta el final. (También podría ser un símbolo fálico, rígido, frío e hiriente. Clavado en el vientre impide la concepción del hijo).
La concepción de un hijo se entiende como un acto de amor, surge del amor, por lo que en la película se entiende como la mayor redención para una mujer.
Sue acaba en el callejón, dos mujeres y un hombre hablan entre ellos, la chica asiática comenta que tiene una amiga en Pomona... Acaba la película. El director aplaude la interpretación de Nikki, una joven vestida de blanco trata de cubrir a Nikki, pero ella lo rechaza (la joven va a cubrirla con el blanco de la pureza, Nikki no lo acepta, ella no es pura).
Avanza y llega a la sala de cine donde Nikki se ve a sí misma en la pantalla, ella sabe que su secreto era ser Nikki, sube las escaleras y se enfrenta a la visión del hombre que le arrebató su luz, le dispara, pero no muere, se transforma en una cara borrosa que abre la boca y sangra (como lo hace el coño la primera vez). Nikki/Sue, toma conciencia de la agresión y se enfrenta a ella, aparece la luz, que es más brillante que nunca, lo que le permite abrir la puerta de la habitación en la que se encuentra (encerrada) la mujer polaca. La chica saldrá de la habitación y encontrará a su marido y su hijo, que la quieren, la adoran, ella ha sido ayudada (salvada) por otra mujer que ha pasado por lo mismo (o semejante).
El amor, el engaño, la sensación de culpa, por la que no mereces perdón, ni comprensión, ni amor, la sensación de una víctima que se siente más culpable que el agresor. La educación que trata de deshumanizar y tiende a utilizar personas como objetos, la búsqueda de la aprobación ("me voy al circo, me han dicho que se me dan bien los animales"). La sensación de cualquier ser humano al sentirse falto de aquello que nos diferencia de otros seres, el amor.
Al final, volvemos a la casa en la que la vecina sigue hablando con Nikki, sabemos que todo lo visto ocurrirá, quizá, mañana, pero en realidad ya ha ocurrido, ya que finalmente vemos a la chica de Pomona, como no, a su mono, y otras tantas y comprendemos que todas existen en realidad, cada una de ellas, encerradas en sus propias habitaciones, encerradas en una sola, compartiendo un mismo secreto. Aún estando marcado, de la forma que sea, no estás solo, sabemos cómo te sientes, no eres un monstruo, puedes elegir. Cantan y bailan por el poder.

A David Lynch, gracias.

Por si quedaba alguna duda: http://videoblog.inlandempirecinema.com/?p=34