Ladridos de perro me devuelven a la realidad,
un lugar que no quiero visitar,
en el que me obligo a hacer acto de presencia
por eso que dicen de no perder la cabeza.
Cada vez son más notables mis ausencias
pausas, vacíos, penas,
cada vez más largas... tiempo que discurre
tiempos de nada, agonía mezclada con agua
lágrimas de un muerto retenido por las algas.
Gritos enterrados en lo más profundo del bosque
actos de amor tergiversados
placer y dolor, muerte y sorpresa.
Un mundo escondido, donde el cazador es presa.
-
30 abril 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario