La puerta se cerró, el golpe fue enmudecido por otro más fuerte. Al menos para ella fue más fuerte. Cayó al suelo sintiendo el frío de los baldosines en su cara. Apoyó su mano en el suelo e impulsó su cuerpo hacia arriba, tan sólo se levantó unos centímetros, podía sentir la fuerza en la espalda que volvía a deternerla en el suelo. Agarraron su cabeza, tirándole del pelo, soltándola con violencia hacia el borde del bidé. Cuando pudo volver a abrir los ojos estaba en la bañera vacía, con el agua de la ducha resbalando sobre su cuerpo, lavando algunas heridas, las ya cerradas, las reabiertas y las nuevas. Sujetándose del borde de la bañera se reincorporó, cerró el grifo, tomó una toalla, secó su cuerpo, lo envolvió en una bata. Abrió la puerta del baño, y una vez más, evitando el espejo, salió.
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